martes, 13 de marzo de 2012

...nunca nada volverá a ser como antes.

Una psicóloga mencionó una vez, en un curso al que asistió como formadora, que las palabras que designan extremos están muy presentes en el vocabulario de un adolescente.

Era una chica bastante joven y nada más entrar al curso, al que yo llegaba algo tarde, supuse que era psicóloga: su forma de hablar, con un tono uniforme y palabras escogidas; su postura, con la espalda bien recta y los hombros relajados.

La única cosa que soy capaz de retener de su sesión, que fue en Diciembre, es que términos como "todo", "nada", "siempre" o "nunca" esconden un razonamiento impulsivo y poco maduro.

Desde entonces he reflexionado bastante al respecto; no sobre la verdad de su afirmación, sino sobre mi propio uso de estos adverbios.
Creo que, en algunos aspectos, sigo siendo demasiado pequeña para ver el gris; espero que llegue un día en el que poder decir "Por circunstancias puntuales que no me gustan demasiado, la situación ha cambiado. Espero ser capaz de adaptarme a ella."
Hasta que llegue ese momento...

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