¿Y qué hacemos entonces? Los más pacientes me dirán que la mejor idea es rebuscar en el neceser hasta encontrar una buena exfoliante, para quitar lo que sobra, y una hidratante para no dejar la piel al aire. Y repetir el proceso con asiduidad, y no dejar de mimar la piel y sobretodo (sobretodo!) no meter las uñas, que piel solo tenemos una.
El otro grupo, el de los impacientes o los descuidados, cogerían la pinza que siempre llevan consigo y preguntarían donde está el pelo en cuestión; y la crema...bueno: si la llevan en el neceser puede que te echen un poquito para hidratar y calmar la zona.
Los problemas, las adversidades, las complicaciones funcionan de la misma manera. Podemos cuidarnos o insistir; ponerles cura desde un principio o esperar a sufrir la consecuencia de haber metido el dedo en la yaga.
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