domingo, 9 de septiembre de 2012

Serenidad. Cualidad de sereno.
   Sereno. Apacible, sosegado, sin turbación física o moral.

Hacía tiempo que no escribía desde aquí, así. No estoy eufórica ni enfadada; esta entrada no es fruto de horas de reflexión. Esta noche, cada uno a vuestra manera, me habéis traído lo que tanto andaba buscando: sonrisas sinceras, conversaciones relajadas, sentimientos profundos y sanos.

Todos, en la mesa, en el suelo de mi habitación o gracias a las palabras que os han traído aún más cerca malgré la distance, habéis formado parte de una velada inolvidable. Os quiero mucho, tenedlo siempre presente.
Sois parte esencial de mi día a día, porque río y sufro a vuestro lado; porque intento ser un apoyo en los días malos y un semblante sincero en los buenos. La amistad es un tesoro, y yo no podría tener mejor fondo de inversión.


Momentos como este, en los que, intentos maduros, nuestras diferentes perspectivas de futuro impregnan la sobremesa, me dejan tranquila. ¿Qué puede salir mal cuando tu red de seguridad está bien tejida? ¿Cómo dudar de la distancia o el tiempo?
Gracias por darme lo que no soy capaz a pedir, por entender lo que no soy capaz de articular, por ver entre tanta bruma. Gracias por ser, por estar, por sentir, por responder.

Así sí quiero crecer.

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