Respetando su intimidad, decidí esperarla en las escaleras, de espaldas a ese gran edificio al que tantas veces entré de tu mano. Hoy te recuerdo porque cumples años, pero nunca te olvido, Ana.
Estás en mi corazón y siempre vendrás a mis ojos bajo la luz de los cirios; sé que guías mis pasos, que sonríes cuando lloro, que me apoyas cuando nadie sabe cómo. Que me entiendes, cómo sólo una abuela puede hacerlo. Te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario