lunes, 30 de julio de 2012

naturalidad

Un día te levantas y ya no hay exámenes. Verano. Tus amigos se enamoran y tu cuerpo aprovecha para putearte; ¡bien! Te deprimes. Mucho. Porque tú también quieres historias de amor, aunque tengas el romanticismo herido. Y lo hablas. Mucho. Das la vara hasta la eternidad con tus cuentos de nunca acabar y acabas juntando churras con merinas para justificar lo triste que estás. Entonces pasa, sin forzar. La gente que te quiere no necesita preguntarte cómo estás. Hay magia: te abren su corazón. Te enseñan fotos, vídeos, entradas de cine. Comparten canciones, sueños, inquietudes. Piensas que tu papel siempre es el de hombro para llorar y te encuentras contando tu historia, te sientes escuchada. Tu discurso tiene poco sentido pero la respuesta siempre es alentadora: eres capaz, el miedo es normal, estamos contigo. La naturalidad aflora y quisieras quedarte así para siempre.

A veces 7 metros es altura suficiente para ver la vida de otra manera. Gracias.

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