domingo, 4 de diciembre de 2011

No es tarde. Florent Pagny llena la habitación de susurros cálidos, apropiados para esta incipiente noche de domingo. La gente, esos desconocidos, siguen llendo y viniendo. En la calle, luces y villancicos.
No se me ocurre mejor momento para sacar libreta y boli, pararme en medio de este todo y reflexionar.

Vuelvo a los cambios. ¿Dónde reside la diferencia entre crecer y madurar?
Si no te fijas, parecen lo mismo: el tiempo pasa, las circunstancias te cambian. Evolucionas, como todo el mundo. Punto.

Pero no. Crecer es algo objetivo: todos crecemos. Nos crece el pelo, engordamos o adelgazamos, nuestra piel se deteriora y los achaques empiezan a aparecer, más temprano que tarde. El tiempo nos pasa factura, y nos quejamos de ver cambios a nuestra alrededor.

En definitiva, todo el mundo crece, ¿pero madurar? Aquí viene el problema. Creo que madurar es otra cosa: madurar es darte cuenta que la navidad sirve para juntar a la familia, pero que a veces no hay familia que juntar. Madurar es dormir tranquilo la noche de reyes. Madurar es sentarte a escribir tonterías, tras caer en la cuenta que aunque nadie las lea, si tú no crees en ti mismo estás perdido. Madurar es entender el cinísmo. Y practicarlo.


Creo... Creo que madurar no me gusta.

1 comentario:

  1. Crecer y madurar es necesario, nos guste o no. Crecemos y maduramos con las experiencias del día a día, pero... no podemos perder nuestra esencia. Joder, si perdemos lo bueno de nosotros no crecemos, nos vamos con ello.

    ResponderEliminar